Las cartas del Tarot forman una baraja con la que se pueden predecir acontecimientos mediante su lectura, que no adivinar el futuro, pues son cosas distintas. Estas cartas están llenas de simbología, con ilustraciones centenarias y métodos de lectura ideados hace décadas.
El origen de las cartas del Tarot tal y como las conocemos hoy en día proviene de Italia en el siglo XV, donde se utilizaba principalmente como juego de naipes, inspirado en otros juegos que ya existían en China o en India. Desde Italia pasó a Francia y desde ahí al resto de Europa.
Antes de eso, los verdaderos orígenes del Tarot vienen de sociedades islámicas, que las introdujeron en Italia a finales del siglo XIV. La primera referencia escrita que se tiene proviene del Duque de Milán, que las llamó Cartas del Triunfo.
Se sabe a ciencia cierta su origen, pues las ilustraciones de todos los Arcanos Mayores tienen carácter religioso cristiano. La baraja del Tarot más antigua se conserva en la Universidad de Yale, en Estados Unidos, y perteneció a Filippo María Visconti, que la compró por un número indeterminado de monedas de oro.
Así como el origen de las cartomancia se lo debemos a Italia, el nombre del Tarot también, pues en 1530 se encuentran las primeras referencias conocidas como Tarocchi, que más tarde evolucionó a tal y como lo conocemos hoy.
No es hasta el siglo XVII cuando aparecen los diferentes tipos de Tarot, también en Italia, siendo el más popular el llamado Tarot de Marsella. Y en el XVIII aparecen las barajas que se conocen como Tarot Egipcio y el Gran Oráculo de las Damas.
La modernización y gran difusión de las cartas se las debemos al siglo XIX, creándose gran variedad de obras, muchas de las cuales apenas han aportado a esta ciencia. Ya en el siglo XX se imprimen en Londres las barajas llamadas Tarot Rider, convirtiéndose a día de hoy en uno de los más populares y utilizados.